julio 10 2019 0Comment
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Los peligros de conducir con un parabrisas en mal estado

No son pocas las personas que desconocen los peligros que entraña conducir con un parabrisas dañado con un impacto, aunque no solo este es un motivo para cambiarlos. Esta operación, por cierto, si no está incluida en la cuota del seguro obligatorio del coche (algo ya poco común) puede llegar a tener un coste superior a los 1.000 euros, pues estos cristales son muy caros debido a su composición, laminado y curvatura. A todo esto hay que añadirle la mano de obra, las molduras y los embellecedores, que a menudo también deben sustituirse. Como decimos, la sustitución de estos cristales suele estar reflejada en las pólizas, al contrario que otras operaciones de cristalería como tintar lunas. Para saber cuándo hay que hacer esta operación hemos preparado este artículo.

Lo primero que hay que tener en cuenta es la importancia de esta pieza de nuestro coche. Muchos desconocen que es la responsable de soportar el 30% de la estructura de todo el vehículo, así como de impedir que el techo se hunda en caso de vuelco, además de su lógica responsabilidad para una visibilidad adecuada.

Son varios los motivos que pueden provocar la sustitución del parabrisas de un vehículo. Obviamente, es obligatorio hacerlo cuando se observe una raja en el cristal, pues ese defecto es solo el primer paso para que se rompa por completo de forma inminente, ya que cualquier cambio de temperatura o el impacto de algún objeto pequeño pueden provocar que estalle al completo. Pero además, hay otros que son causa más que suficiente para sustituir este cristal, incluso algunos pueden ser motivos para no superar la ITV (especialmente si se localizan en la zona de visión del conductor). A continuación vamos a enumerar los más comunes:

Ralladuras: la mayoría de las ocasiones las ralladuras en el cristal son producidas por una mala conservación de las escobillas limpiaparabrisas, que al perder su goma, es la parte metálica la que acaricia el cristal, lo que provoca ralladuras muy molestas que perjudican a una correcta visión.

Esmerilado: se trata de pequeños orificios provocados en el cristal a causa de una conducción habitual en zonas donde abundan el polvo y la arena. Es un defecto peligroso ya que impide que las escobillas hagan bien su trabajo, pues el líquido se queda alojado en el interior de estos agujeros.

Despegado: aunque a simple vista no lo parezca, el parabrisas está formado por dos capas de vidrio que se adhieren por una cara a una fina lámina de plástico, que permite que en caso de impacto o accidente los cristales no estallen y salgan disparados, sino que queden pegados a ese soporte. A menudo, sobre todo en zonas cálidas o muy húmedas, es posible encontrar en el cristal como zonas empañadas en los bordes que por mucho que se limpie no se desaparecen. En realidad se trata de lugares donde las láminas se están despegando.

Hay casos en los que reparar parabrisas es una opción más que recomendable. Por ejemplo, defectos ya descritos como el esmerilado o las ralladuras pueden solventarse mediante el pulido de la zona afectada mediante una maquinaria especial. Lógicamente, siempre que la profundidad del relieve no sea muy elevada. Por otro lado, hay que tener en cuenta que el despegado del laminado no es reparable en ningún caso, aunque ya que es un defecto que suele localizarse en los bordes y no afecta a la visibilidad, habitualmente no es causa de suspensión de la ITV. Por último, otros defectos que pueden repararse de forma prácticamente rutinaria son los habituales “chinazos”. Las rajas o los impactos no son reparables en ningún caso, pues solo son el primer paso para que el cristal estalle por completo más tarde que temprano.

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